La ciudad de Santo Domingo de Guzmán, capital de la República de Santo Domingo, es una gran urbe que alcanza casi los cuatro millones de habitantes en su aglomeración urbana. Nosotros por ahora nos vamos a centrar en su casco histórico, mal llamado por sus autoridades Zona Colonial: ¿cuántas veces será necesario repetir que España jamás tuvo colonias, sino reinos en igualdad de importancia y derechos que los de Castilla, Aragón o Sicilia, y eran por lo tanto una extensión de la propia España? Santo Domingo fue la capital de la isla La Española, que formaba parte del Reino de la Nueva España, con capital en la Ciudad de Méjico.
Rojo: Calle del Conde
Amarillo: Calle de las Damas
Santo Domingo fue la primera ciudad fundada en América, y en ella encontramos la calle, la plaza, la fortaleza, la catedral y la universidad más antiguas de aquel continente. Fue fundada en 1496 por Bartolomé Colón, hermano de Cristóbal Colón, en la orilla oriental de la desembocadura del río Ozama, aunque fue traslada seis años después a su definitiva ubicación en la orilla opuesta por Nicolás de Ovando. El centro de esa primitiva ciudad fue, a imagen y semejanza de otras ciudades españolas, la plaza Mayor, hoy plaza de Colón (ojo: los dominicanos suelen llamar parques a las plazas). Siempre concurrida, aparte de su valor histórico es un lugar muy agradable para sentarse a tomar algo y ver la gente pasar.

La plaza de Colón vista desde el balcón del Museo del Ámbar. Al fondo, la catedral primada de América
Esta plaza, presidida por una estatua del almirante don Cristóbal Colón, era el centro neurálgico de la ciudad y estaba rodeada por los edificios que simbolizaban el poder. Varios de ellos siguen ahí, como la catedral y el Ayuntamiento de la ciudad. La primera aún hoy tiene el título de catedral primada de América, por ser la más antigua del continente (edificada entre 1521 y 1541). De estilo renacentista y modestas dimensiones, destaca por su luminosidad. En ella podemos apreciar varios detalles de tradición plateresca y los escudos de la Monarquía Hispánica.
En otro lado de la plaza encontramos el edificio del Ayuntamiento, del que llama la atención su torre. Tiene una bonita escalera monumental y una placa en la fachada honrando a los miembros del primer cabildo, allá por el siglo XVI. Otro lado interesante de la plaza es el que queda enfrente de la catedral, con cafés, terrazas y un museo del ámbar (este país es un gran productor de esta resina fosilizada), que ofrece una panorámica estupenda de la plaza desde el balcón del primer piso.
Hacia el este de la plaza encontramos dos calles paralelas, la de Isabel la Católica y la de las Damas. En la primera está la Casa del Cordón, quizá la más antigua de América construida en piedra. La de las Damas es la primera calle pavimentada del continente, llamada así por las esposas de los primeros españoles que allí habitaron y que por allí paseaban. Sus edificios son muy antiguos y señoriales. En un extremo está la Fortaleza Ozama (también la primera del Nuevo Mundo en su género), con baluartes y defensas que miran hacia el río.

Panteón Nacional de Santo Domingo, antigua iglesia jesuítica reconvertida. El gran candelabro que cuelga del techo fue un regalo de Francisco Franco al dictador Rafael Leónidas Trujillo
Siguiendo la calle encontramos el Panteón Nacional, una antigua iglesia jesuita del siglo XVIII hoy llena de banderas y tumbas de dominicanos ilustres velados por soldados. Justo después, las Casas Reales: el edificio data de 1511 y fue sede de la Real Audiencia (sí, también la más antigua de América…), es decir, el tribunal con jurisdicción sobre todo el Caribe, así como residencia de los gobernadores de La Española. Hoy es un estupendo museo de historia de la época virreinal, probablemente el más completo de toda Hispanoamérica en su género. Tiene varios patios con una vegetación tropical exuberante y pavos reales sueltos.
Justo al lado de las Casas Reales se abre la plaza de España, un gran espacio donde se yergue la estatua de Nicolás de Ovando y donde encontramos varios restaurantes, uno de ellos español (por si la nostalgia gastronómica). Al fondo, el alcázar de Diego Colón, un palacio muy suntuoso edificado por el hijo del descubridor y en el que habitaron tres generaciones de sus descendientes. Fue saqueado por el pirata británico Drake y llegó a estar en estado ruinoso, pero fue restaurado y hoy muestra una extraordinaria colección de mobiliario y objetos de época. Esta plaza es especialmente bonita al atardecer o por la noche. Tras el alcázar encontramos más baluartes y una curiosa puerta oblicua coronada por un escudo de Carlos I.
Desde la plaza de España podemos movernos por unas encantadoras calles que conservan casas populares de madera pintadas de vivos colores. Por ahí llegaremos a las curiosas ruinas de la iglesia renacentista del Hospital de San Nicolás. Siguiendo por la avenida Mella llegaremos al Mercado Modelo. Esta calle carece de interés arquitectónico, pero en ella podremos encontrar varios negocios, tanto dentro como fuera del mercado, con muy variados y baratos objetos de artesanía.

Una curiosa puerta oblicua de las fortificaciones junto al alcázar, coronada por un escudo de Carlos I
El final de esa avenida nos llevará al Parque Independencia, en realidad otra plaza con un mausoleo dedicado a los tres individuos (Duarte, Sánchez y Mella) que en 1844 proclamaron la independencia. Se trata de un mamotreto edificado por orden del tirano Rafael Leónidas Trujillo siempre guardado por soldados uniformados pomposamente. Esta plaza es la conexión entre el casco antiguo y la parte moderna y rica de la ciudad, donde se encuentran el palacio presidencial y los diferentes ministerios. Lo más interesante aquí son los restos de fortificaciones virreinales, como la Puerta de la Misericordia y la Puerta del Conde, que da acceso a la calle del mismo nombre.
Esta calle es la principal del casco antiguo y lo atraviesa de oeste a este, llegando hasta la plaza de Colón (por el lado del Ayuntamiento). La calle del Conde recibe su nombre de Bernardino de Meneses y Bracamonte, conde de Peñalva, héroe que expulsó a los piratas británicos (de dónde si no…) que intentaron tomar la ciudad en 1655. La calle está llena de comercios y hoteles y siempre muy concurrida, pero su valor estético es escaso, pues no se han respetado sus edificios históricos. Es una de las poquísimas calles peatonales de la ciudad.
De vuelta en la plaza de Colón, podemos explorar la parte sur del casco histórico. En esa zona encontraremos la plaza de Duarte. Es una plaza tranquila de día y animada de noche. En su centro, la estatua del mitificado y omnipresente personaje, y en el lado sur de la plaza la iglesia del convento de los Dominicos, que fue sede de la primera universidad del continente, cuya heredera es la UASD. Más hacia el sur llegamos a los restos del fuerte de San José, que protegían la ciudad en su flanco abierto hacia el mar. Al lado, el puerto donde atracan los cruceros, y muy cerca, el Centro Cultural de España, un bonito palacete que se puede visitar.

Placa de una calle del casco antiguo de Santo Domingo, elaborada en Muel (Zaragoza), como se puede apreciar en la firma de la esquina inferior derecha
Éstos son los principales monumentos de la parte histórica de Santo Domingo, pero pasear por sus callejuelas nos puede deparar muchas sorpresas, como palacetes de diferentes épocas, iglesias antiguas y ruinas varias. El casco histórico fue declarado Patrimonio de la Humanidad en 1990 y se aprecia un intento por mantenerlo en buen estado y darle una ornamentación clásica (por ejemplo, las placas de las calles son de cerámica aragonesa). Mientras cientos de miles de personas cada año cruzan el océano para tumbarse en una playa (cosa que podrían hacer aquí mismo) rodeados de barrigudos y arrogantes gringos, a muy poca distancia la ciudad de Santo Domingo muestra orgullosa sus bellos edificios históricos que demuestran que aquí nació América.
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Texto y fotos © LAGARTO ROJO
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