En nuestras ciudades y pueblos existe un lugar frecuentemente olvidado y poco valorado, pero lleno de interés. Hablamos del cementerio, ese remanso de tranquilidad (y cómo podría ser de otro modo, si no hay otra cosa que huesos y cenizas…) en el que, entre cipreses, podemos admirar bellas muestras de arte funerario y otras imágenes muy fotogénicas. Un buen ejemplo de ello es el cementerio de Torrero de Zaragoza, el cual hemos recorrido en una apacible mañana armados, cómo no, con nuestra cámara.
El cementerio de la capital aragonesa se inauguró en 1834, cumpliendo la normativa que, por motivos de higiene, desde 1813 prohibía las inhumaciones dentro del casco urbano de las ciudades. El emplazamiento elegido fue el monte de Torrero, un lugar una legua al sur de la ciudad más elevado y por lo tanto más ventilado, lo que era ideal para este fin. Aún hoy, a pesar de haber sido sus muros alcanzados por el desarrollo urbano, se encuentra en los confines de la ciudad y está rodeado por tres de sus lados por los Pinares de Venecia.

Panteón de las familias Murillo y Portolés (Domingo Prada, 1909). De estilo modernista, representa a un ángel sedente que señala a una figura femenina que se eleva flotando hacia los cielos.

Panteón de la familia Ginés y Ginés (Enrique Clarasó, 1905). Bellísima escultura de mármol de Carrara que representa un alma en ascensión

Panteón de la familia Aladrén (Enrique Clarasó, 1904). Representa a un vigoroso sepulturero (hace un año le desapareció el pico) cavando tumbas. El proyecto ganó la medalla de honor en la Exposición de París de 1900
Su trazado responde a la tipología de cementerio-ciudad, característica de las ciudades latinas. Se estructura en calles, llamadas andadores, y manzanas ocupadas por panteones, tumbas y nichos, según la antigüedad de cada zona. Su configuración actual es el resultado de sucesivas ampliaciones realizadas a lo largo de los años, después de las cuales alcanza las 53 hectáreas y las 147.000 tumbas. No olvidemos que desde su inauguración la población de Zaragoza se ha multiplicado por 14…

Panteón de las familias Gómez y Sancho (Enrique Clarasó, 1904). Excelente obra que muestra al Tiempo, un anciano que pasa inexorable las páginas del libro de la vida

Panteón de la familia Matute Pérez (Dionisio Lasuén, 1898). Un ángel adolescente reza el rosario junto al sarcófago del difunto
Las tapias del cementerio, su entrada principal y sus capillas adyacentes son obra del gran arquitecto Ricardo Magdalena y se inscriben en el estilo neomudéjar, de gran tradición en tierras aragonesas, como por otro lado es fácil imaginar. La parte del recinto realmente interesante es la antigua, situada al norte. El Ayuntamiento ha preparado unas rutas que nos guían por las tumbas más destacadas por su valor artístico y por aquellas donde podemos encontrar a personajes ilustres. Están bien señalizadas y dotadas de paneles explicativos, y es fácil seguirlas gracias a los folletos que podemos recoger en las oficinas situadas en la entrada principal.

Mausoleo de Joaquín Costa (Dionisio Lasuén, 1916). Quizá el más emblemático de todos, es una farragosa composición que honra al gran político aragonés. Ateo declarado, fue erigido tras la tapia del cementerio, pero tras las ampliaciones quedó dentro y rodeado de tumbas cristianas, lo cual es una evidente falta de respeto (lo habitual en nuestro país hacia quien proclama la primacía de la razón sobre la barbarie de las creencias irracionales).
Nada más entrar, nos encontramos en la zona más antigua y al mismo tiempo la más monumental, en la que predominan las grandes tumbas y los panteones, plagados de estatuas y elementos decorativos cargados de simbología. Buen ejemplo de ello son los andadores centrales, los principales ejes norte-sur y este-oeste, así como el más cercano a la tapia de la entrada principal.

Tumba de Basilio Paraíso, empresario, diputado y senador, organizador de la Exposición Internacional de Zaragoza 1908
En ellos encontramos obras maestras de la escultura clasicista y modernista así como templetes de inspiración clásica, mudéjar, románica y hasta egipcia; todas ellas obras cargadas de gran patetismo. El símbolo más repetido es la cruz, obviamente, pero abundan también los relativos a la muerte, la oscuridad, lo tenebroso, lo terrorífico… en definitiva conceptos muy ligados a la religión cristiana. Algunos de ellos incitan a la ternura, otros a la carcajada.

Panteón de la familia de Gerardo Mermejo (Miguel Ángel Navarro y Carlos Palao, 1915). Excelente composición en la que el ángel de la guarda que acaba de quedarse desempleado medita sentado en la tumba
Entre los personajes mitológicos más repetidos encontramos a ángeles tanto masculinos como femeninos (los cristianos aún no han decidido el sexo de sus ángeles…) pero no hemos de olvidar uno que es omnipresente en Aragón: la virgen del Pilar. Por último, encontraremos retratos y otros muchos detalles curiosos y extravagantes.

Una cruz con una divertida inscripción en la que el difunto clama a gritos pidiendo misericordia, lo que sugiere que tenía pánico al terrible infierno de los cristianos (a esto nos llevan las creencias irracionales…) Por cierto, el símbolo pirata de abajo tampoco tiene desperdicio.
El cementerio alberga obras de algunos de los mejores artistas de finales del siglo XIX y principios del XX, como los escultores Dionisio Lasuén, Enrique Clarasó, Carlos Palao, Ponciano Ponzano y José Bueno, o los arquitectos Félix Navarro, Miguel Ángel Navarro, Fernando de Yarza y Ricardo Magdalena.

Monumento de la Fosa Común (José Bueno, 1919). El más famoso del cementerio por su calidad artística, representa a dos fornidos hombres levantando a un fallecido

Panteón de la familia Herrero (Miguel Ángel Navarro, 1920). Un panteón cristiano (obsérvese la cruz) realizado con formas neoegipcias y guardado por una esfinge
Entre las personalidades aquí enterradas se encuentran el tenor Miguel Fleta, la pianista Pilar Bayona, los arquitectos José de Yarza y Ricardo Magdalena, el pintor Mariano Barbasán, los políticos Joaquín Costa, Juan Bruil y Basilio Paraíso, el historiador del Arte José Camón Aznar, los héroes de los Sitios de Zaragoza Miguel Salamero y Agustín Alcaide, los periodistas Mariano de Cavia y Alberto Casañal, el jotero José Oto, así como juristas, toreros, catedráticos, empresarios, escritores…

Panteón de la familia de Juan Guitart (Miguel Ángel Navarro, 1911). Impresionante obra modernista coronada por un ángel masculino que emerge de formas vegetales

Preciosa tumba coronada por una cruz en tres dimensiones. No, efectivamente ni esta cruz ni el arte modernista son exclusivos de la ciudad donde intentan monopolizarlos.
Fuera del recinto antiguo, en la ampliación de finales del siglo XX, hay dos monumentos relacionados con la Guerra Civil. Por un lado, el Monumento a los Caídos, levantado por la dictadura del general Franco en 1941 y que estuvo en la Plaza de las Catedrales hasta 1990 (donde hoy está la Fuente de la Hispanidad). Es un buen ejemplo de la mastodóntica y pretenciosa arquitectura de su tiempo. Por otro lado, el Memorial a las Víctimas de la Violencia Franquista, colocado en 2009 para honrar a los 3.453 fusilados en Zaragoza entre 1936 y 1946. Bienintencionado pero fallido, es un buen ejemplo de la horrorosa arquitectura de nuestro tiempo.

Donde haya un cura, un guardia civil o un gato, quédate buen rato, reza el dicho popular. Efectivamente, los inteligentes felinos se tumban en el lugar más fresco, en este caso una losa de piedra a la sombra

El Monumento a los Caídos erigido por el régimen franquista tiene un cierto aire de Valle de los Caídos en miniatura
El cementerio de Torrero, como ocurre con los cementerios en general, no incita al terror ni a la inquietud, más allá de lo que proclame la mediocre literatura anglosajona que nos invade. En su interior sólo hay cruces, estatuas, cipreses, huesos y cenizas, mientras que la materia orgánica de los cadáveres ha sido reintegrada a la Naturaleza en forma de excremento gusanil. Como el lector ha podido comprobar, pasear por este recinto en una soleada mañana no es otra cosa que un agradable y tranquilo ejercicio.
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Texto y fotos © LAGARTO ROJO Permitida su reproducción previa autorización y siempre que se cite su procedencia.
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