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UN MARCIANO EN LA FERIA DE SEVILLA

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Como un marciano. Así se siente uno en la Feria de Sevilla si procede de allende Despeñaperros. Y es que para entender plenamente ciertas costumbres y tradiciones andaluzas hay que ser andaluz. Lo que quizá pueda causar más perplejidad es la manera de sentir y participar en ciertas festividades católicas, pero las ferias andaluzas no se quedan atrás. Eso sí, lo que es indudable es que la Feria de Sevilla es todo un gozo para el aficionado a la fotografía, que acabará con el dedo dolorido de tanto disparar. Veámoslo.

 

 

Se podrá aducir que también para un andaluz las fiestas de otros lares resultarán extrañas o pintorescas. Quizá un andaluz no entenderá que a un aragonés se le ponga la piel de gallina a los sones de una jota, o por qué los valencianos reducen a cenizas sus espectaculares craciones falleras. Ciertamente la variedad de tradiciones y celebraciones populares en España es enorme y difícilmente alcanzable por ningún otro país. Pero en el caso de la Feria de Sevilla hay algo más: no es participativa. En otras palabras, a los ojos de un foráneo no es una fiesta.

 

Sevillanas en la Feria de Abril

Portada de la Feria 2014

Carruajes en la Feria de Abril

 

Para empezar, el visitante que llega a Sevilla probablemente imagina que verá la ciudad engalanada, por todo el centro ambiente de fiesta, actos festivos programados, mucha gente paseando por las calles y por la noche juerga total. Vamos, lo que llamamos las fiestas de una ciudad… Pues para su sorpresa nada de eso encontrará en Sevilla. Toda la ciudad está igual que si fuera un día laborable de octubre, por ejemplo. No hay ningún acto festivo de ninguna clase y lo único que se puede hacer es ir a las casetas de la Feria.

 

Coche de caballos en la Feria de Abril

Farolillos de la Feria de Abril

Coche de caballos en la Feria de Abril

 

Entre las varias ferias que se celebran en la región sureña, sin duda la más multitudinaria es la de la capital, Sevilla. La Feria se celebra en abril, aunque la fecha exacta es móvil ya que se fija en función del final de la semana santa cristiana, lo que ha motivado que en algunas raras ocasiones se haya celebrado en mayo (como en el caso de 2014, cuando se han tomado estas fotos). Su origen se remonta a 1847 cuando surgió como una feria de ganado con apenas 19 casetas, que fue creciendo hasta llegar a las 1.040 de este año.

 

Casetas de la Feria de Abril

Caseta de la Feria de Abril

Chicas sevillanas en la Feria de Abril

 

El recinto ferial se encuentra actualmente, tras otras ubicaciones pasadas, en el barrio de los Remedios, en la margen derecha del Guadalquivir. Desde la Torre del Oro, por ejemplo, apenas son quince minutos a pie. Así que hacia allá nos encaminamos, cámara en mano, y en sus inmediaciones ya comenzamos a ver lugareñas vestidas para la ocasión, con el vestido típico, que suelen llamar de gitana. Una de las cosas que nos llaman la atención, y que veremos muchas veces en este día, es que hay trampa: bajo el largo vestido no suelen llevar los preceptivos zapatos, sino alpargatas de cáñamo, ganando comodidad pero perdiendo autenticidad.

 

Placa de calle de la Feria de AbrilCaballos en la Feria de Abril

Coche de caballos en la Feria de Abril

 

Al llegar al recinto nos recibe la enorme portada, que puede alcanzar los 50 metros de altura, y casi siempre evoca edificios o monumentos sevillanos. El llamado alumbrao (sic) de sus miles de bombillas marca el inicio de la Feria. Por ella entramos al Real de la Feria, que así se llama el recinto, el cual es una gran explanada estructurada en calles que reciben nombres de toreros sevillanos. En esas calles las aceras (veredas o banquetas en Hispanoamérica) no están pavimentadas, sino que están cubiertas de albero, esa tierra amarilla característica, para evocar su origen ganadero y, ya de paso, para que uno se ponga los zapatos hechos un asco. A ambos lados de cada calle se encuentran las casetas, que son siempre verdiblancas o rojiblancas. Uno pensaría que son béticas o sevillistas, pero no tiene nada que ver. Otra de las cosas que dejan al foráneo perplejo…

 

Policía en la Feria de Abril

Caballos en la Feria de Abril

Caballos en la Feria de Abril

 

Al visitante curioso e inquisitivo quizá le sorprenda comprobar que no son pocos los sevillanos para quienes la Feria es ajena, no participan en ella y hasta la critican con fiereza por elitista. De las 1.040 casetas, sólo siete eran públicas este año, y en el resto el acceso está vetado a los no socios. De hecho, todas y cada una de ellas cuentan con un guarda de seguridad en la puerta. Sin embargo, como se aprecia en las fotos, son abiertas, por lo que el paseante puede ver el interior. Otra extraña contradicción: un lugar privado e inaccesible pero exhibido a la vista de todos. Sevilla se revela al foráneo como una ciudad de contrastes y contradicciones, de extremos que se tocan con sorprendente facilidad y naturalidad.

 

Coche de caballos en la Feria de Abril

Caseta en la Feria de Abril

Sevillanas en la Feria de Abril

 

Así pues, al visitante sólo le queda pasear y observar. Entre farolillos y con un calor justiciero deambulamos disfrutando con lo que vemos y disparando nuestra cámara. En este aspecto la Feria no decepciona en absoluto, rezuma tipismo por todos lados. Destacan las bellezas andaluzas, cuyos ajustados vestidos resaltan las (casi siempre) finas formas femeninas. Bellos rostros, flores en el pelo y gracia andaluza en el caminar. Orgullosas y coquetas se prestan gustosas para ser fotografiadas. Los hombres en su mayoría visten traje y corbata.

 

Lacayos en la Feria de Abril

Niños en la Feria de Abril

Calle de la Feria de Abril

 

Un rasgo distintivo de la Feria son los caballos y los carruajes de todo tipo, que se remontan al siglo XIX. Majestuosos equinos, elegantemente enjaezados, y coches dirigidos por lacayos de uniforme. Éstos unas veces tienen un aire aristocrático y llevan sombrero de copa, mientras que en otros casos su atuendo se asemeja al de Curro Jiménez. Son curiosas las imágenes en que los captamos merendando durante un descanso o usando el teléfono móvil, en claro contraste entre tradición y modernidad. Para no desentonar, hasta la policía patrulla a caballo. Los carruajes circulan dando vueltas por el recinto, y uno se pregunta dónde guardan animales y vehículos durante todo el año, pues no estamos en el campo sino en una gran ciudad. Oímos a alguien comentar que fulano se ha comprado un caballo… como en otros sitios nos compramos un gato.

 

Lacayos en la Feria de Abril

Sevillanas en la Feria de Abril

Policía en la Feria de Abril

 

¿Y en las casetas qué sucede? No gran cosa: desde fuera observamos personas de cualquier edad vestidas con sus mejores galas y sentadas a la mesa. No dan la impresión de divertirse mucho. En el interior hay una pequeña tarima destinada a bailar sevillanas, pero nadie baila. Será por que son las 4 de la tarde… nos cuentan que por la noche la gente se anima más. Las casetas pertenecen a asociaciones de todo tipo (algunas realmente pintorescas), o simplemente gente que se agrupa, pagando una cuota, para montar una. Es algo así como una peña en otros lugares de España, pero en lugar de estar de fiesta están sentados, y en lugar de ser participativas son privadas y no admiten visitantes.

 

Sevillanas en la Feria de Abril

Sevillanas en la Feria de Abril

Caseta de la Feria de Abril

 

La Feria de Sevilla no es una fiesta. O, para mejor decir, no lo es tal como la entiende alguien de fuera. Lo de Sevilla es otra cosa. ¿Una fiesta en la que la gente se pasa el tiempo sentada y viste traje y corbata? ¡Y con 35 ºC a la sombra! La Feria es más bien un gran escaparate en el que la gente pasea, algunos se exhiben en coches de caballos que dan vueltas al recinto y otros cabalgan orgullosos sobre sus corceles y tocados con sombrero cordobés. Es cierto que la Feria de Sevilla ofrece colorido y todos los tópicos sevillanos a grandes dosis: trajes típicos, caballos, farolillos… Pero el visitante e incluso una gran parte de los sevillanos apenas pueden hacer otra cosa que observar. Uno se va de la Feria cargado de pintorescas fotos, sí, pero con la idea de haber visto un banquete de comunión para cien mil personas y con la sensación de que es sólo para sevillanos… y ni siquiera para todos ellos.

 
 
 

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Para más información:
http://feriadesevilla.andalunet.com/
http://www.visitasevilla.es/

 
 
 



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